Citas y Relatos

sábado, 31 de octubre de 2009



!Como nos enseña Freud, la mujer desea lo contrario de lo que piensa o declara, lo cual, bien mirado, no es tan terrible porque el hombre, como nos enseña Perogrullo, obedece por contra al dictado de su aparato genital o digestivo!. La Sombra del Viento


De las muhas cosas escritas, muy pocas están verificadas. Sócrates estaba convencido de la inmortalidad del alma, así como Platón. Pero en esto, con toda humildad, disiento de tan grandes maestros, por las razones que a continuación expondré.
Ante todo, partamos del supuesto de que el hombre se compone de dos partes bien diferenciadas,esto es, la materia y el espíritu, o, lo que es lo mismo, el cuerpo y el alma.
El alma es lo infunde vida al cuerpo, de tal modo que cuando lo abandona, el cuerpo deja de funcionar y decimos que el hombre al que pertenecía ha muerto. En cambio el alma si puede exisitir sin el cuerpo, como demuestra el hecho de que cuando el cuerpo está inanimado, ya cuando duerme, ya cuando por alguna otra causa ha perdido el conocimiento, el alma lo abandona y va a su antojo, liberada de toda atadura, por lo que puede salvar las mayores distancias en un instante, incluso desplazarse en el tiempo, trasmutarse en otra persona sin perder por ello la conciencia de su propia identidad, y tener contacto con seres vivos o muerrtos, humanos o animales, incluso con monstruos o quimeras, así como acometer hazañs que el cuerpo sería incapaz de realizar, o disfrutar de deleites que al cuerpo le resultarían inalcanzables, por no hablar de todo tipo de perversiones. A estas experiencias las llamamos sueños.
No obstante, si los analizamos un poco, veremos que en estos episodios el alma obtienen más pesares que alegrías, a menudo sufre persecuciones, opresiones, angustias y tristezas, y se halla siempre en un estado de gran confusión como si hubiera perdido el juicio. Por eso al cabo de muy poco tiempo regresa al cuerpo y lo despierta con gran prisa y agitación, y cuando de nuevo se une a él, se tranquiliza y experimenta tal bienestar que los problemas y molestias de la vida real le parecen nimios en comparación con los apuros que ha pasado en sus correrías.
Y si es así ¿qué sucedera si después de la muerte el alma se ve obligada a vagar eternamente, sabiendo que nunca podrá regresar al cuerpo que la contuvo, puesto que este se ha reducido a polvo?
Por esta razón muchos pueblos embalsaman y momifican a sus muertos , procurando conservar los mejor posible el cuerpo, para que el alma no se vea del todo privada de él.
Pues si bien el alma por su capacidad, parece pertenecer al mismo orden natural de los dioses, en realidad es inferior al cuerpo, y está subordinada a él, y sólo con él consigue protección y sosiego.
Por todo ello, no me parece lógico que los dioses nos hayan condenado a un suplicio semejante, y prefiero creer que una vez apurados los trabajos y sinsabores de esta vida, cuando nuestro cuerpo deje de sentir, el espíritu también encontrara su descanso regresando a la nada en la que estaba tan placidamente antes de haber nacido. Pomponio Flato en su asombro viaje. Eduardo Mendoza